En "La rebelión de las masas" José Ortega y
Gasset, filósofo y estadista español, divide a la humanidad en dos grandes
categorías: el "hombre masa" animado por un simple espiritu gregario,
que se deja llevar por la corriente, que hace lo que ve hacer a los demás, una
persona carente de personalidad propia y desprovista de convicciones propias,
llevado a la deriva por el turbulento mar de la vida (agregaríamos hoy que se
deja llevar por las opiniones masificantes de los medios de comunicación),
siguiendo una gran masa, llevando una existencia mediocre, rutinaria y sin
ideales, permitiendo que le inculquen la tristeza y las broncas que no le son
propias...
La segunda categoría la constituye el "hombre
persona", el que es rebelde a la mediocridad, el que remonta la corriente,
el que no se deja absorber por el medio (o por los medios); el que no responde
meramente a las circunstancias, sino que tiene verdadera personalidad, normas
de conducta y altas aspiraciones para su vida y la de los suyos...
Prefiero citar a José Ingenieros, el conocido escritor y
pensador argentino, en esta frase de su libro "El hombre mediocre",
hablando de fijarse en la vida metas altas y desafiantes para mejorar
constantemente: "Cuando pones la proa visionaria hacia una estrella y
tiendes el ala hacia tal excelsitud inasible, afanoso de perfección y rebelde a
la mediocridad, llevas en tí el resorte misterioso de un ideal. Es ascua sagrada,
capaz de templarte para las grandes acciones..."
Como personas, como Departamento, como provincia y como país
debemos fijar un rumbo con objetivos claros, con metas altas y desafiantes y
estar dispuestos a dar todas las batallas, y a pagar todos los costos para
conseguir esos objetivos...