Me gusta leer los diarios todos los días. A veces es
interesante conocer lo que pasa para tener temas de conversación, otras veces
solo para reflexionar internamente sobre las personas y los acontecimientos que
suceden en otros lugares, más allá de mi vista limitada.
Hace unos días leí en un periódico deportivo un artículo
de Martí
Perarnau que titula: “Talento bajo sospecha” con reflexiones
que van más allá del fútbol, lo cual siempre es de agradecer.
El artículo cita a un futbolista inglés Danny Blanchflower que dijo: “La gran falacia es que
el fútbol es en primera y última instancia algo que tiene que ver con el
triunfo; el fútbol tiene que ver con la gloria, con hacer las cosas con estilo
y elegancia”.
El propio Martí añade: “el triunfo es la droga que lo ciega todo: el talento, el estilo, y que impide valorar en su justa medida el progreso de un jugador, su esfuerzo medido en algo más que esfuerzos tribuneros o la solidaridad colectiva que sacrifica el “yo” por el “nosotros”. En estos tiempos en que el dribling ya es vituperado, cualquier día oiremos que se abuchea un buen pase”
El propio Martí añade: “el triunfo es la droga que lo ciega todo: el talento, el estilo, y que impide valorar en su justa medida el progreso de un jugador, su esfuerzo medido en algo más que esfuerzos tribuneros o la solidaridad colectiva que sacrifica el “yo” por el “nosotros”. En estos tiempos en que el dribling ya es vituperado, cualquier día oiremos que se abuchea un buen pase”
Casi parece sacado de un libro de crecimiento
personal pero con un regusto diferente a los actuales. Alcanzar el
objetivo, tener éxito es importante, no puedo negarlo, pero ¿no estamos
poniendo demasiado énfasis a si se han conseguido triunfos como la única vara de medir?
¿Y el esfuerzo? ¿Y el mero hecho de haberlo afrontado? ¿Y el aprendizaje
conseguido?.
De acuerdo, no se ha conseguido, aceptémoslo, pero aunque no se haya conseguido ¿no se han hecho cosas valiosas? ¿Es que todo estaba mal? ¿Por qué no centrarse, también, en lo que se ha hecho bien? Aceptar el no haber conseguido un objetivo como parte del proceso sin desmotivarse y con ganas de seguir intentándolo forma parte de la tan necesitada, vital y valiosa tolerancia a la frustración
De acuerdo, no se ha conseguido, aceptémoslo, pero aunque no se haya conseguido ¿no se han hecho cosas valiosas? ¿Es que todo estaba mal? ¿Por qué no centrarse, también, en lo que se ha hecho bien? Aceptar el no haber conseguido un objetivo como parte del proceso sin desmotivarse y con ganas de seguir intentándolo forma parte de la tan necesitada, vital y valiosa tolerancia a la frustración
Leo en el artículo otro punto
interesante: “El nivel de juego seguramente subiría mucho si el resultado
final de los partidos no fuera tan importante. El miedo a la derrota y la
pérdida de puntos corroe la confianza de los jugadores” (Champan,
entrenador del Arsenal)
¿A qué se refiere la cita? ¿A jugar a fútbol? ¿A hablar en público? ¿A afrontar desafíos? Todos sabemos que el miedo a la evaluación está altamente vinculado con la ansiedad y la ansiedad, a niveles excesivos (distress), hace que nos hundamos por lo que es importante aprender a gestionar los resultados desfavorables, es decir saber que forman parte del aprendizaje y que son inevitables.
¿A qué se refiere la cita? ¿A jugar a fútbol? ¿A hablar en público? ¿A afrontar desafíos? Todos sabemos que el miedo a la evaluación está altamente vinculado con la ansiedad y la ansiedad, a niveles excesivos (distress), hace que nos hundamos por lo que es importante aprender a gestionar los resultados desfavorables, es decir saber que forman parte del aprendizaje y que son inevitables.
Todos estamos de acuerdo con eso,
¡seguro! Ahora bien, cuando un niño se acerca a su padre después de haber
perdido un partido, por ejemplo, y el padre le dice “no pasa nada” para
animarlo, observa cómo lo dice, cómo son sus tonos, cómo son sus expresiones no
verbales. A veces el mensaje “suena” a compasivo. El niño ha perdido pero ¡no
es tonto!. Además sólo con comparar con lo que el padre dice y hace cuando
gana, al niño le queda claro lo que significa realmente perder y muchas veces
lo que le dicen/hacen no está vinculado a una adecuada gestión de la derrota. Y
lo mismo vale para adultos ante la no consecución de un objetivo.
Concluyendo: gestionar adecuadamente
éxitos y fracasos forman parte de nuestra/su ecuación del crecimiento personal.
Insisto, alcanzar el objetivo es importante, pero también es importante
aprender que no siempre se consigue, que hay muchas variables que uno no
controla y que hay que valorar muchos más factores así controlaremos ese
distress y, en general, seremos más efectivos.
http://www.sport.es/es/noticias/marti-perarnau/talento-bajo-sospecha-4302697
http://www.eduardoresbier.com/talento-bajo-sospecha/#