martes, 27 de diciembre de 2016

Vida digital y nuevos medios de comunicación

No son tiempos estáticos, ni para la sociedad ni mucho menos para los medios de comunicación. Los cambios se suceden delante de nuestros ojos, delante de nuestras pantallas, a una rapidez pocas veces vista.
Con la masificación de internet y la telefonía móvil, la cotidianidad se ha visto radicalmente modificada en los últimos años. El avance de estas tecnologías ha sido tan raudo que hasta se piensa que sus efectos ya están modificando el funcionamiento del cerebro humano: un estudio publicado en la revista Science, a mediados de 2011, sugiere que cuando las personas confían en tener acceso a la información tienen menor recuerdo de los datos aunque mayor de la fuente de información, lo cual posiciona a internet como una fuente primaria de memoria externa. En lugar de utilizar nuestros recuerdos recurrimos al gran “pendrive” que supone el omnipresente Google, al que ya se puede acceder no sólo desde computadoras, sino que también desde teléfonos, televisores y otros dispositivos portátiles.
“Este alejamiento de la memorización en última instancia puede ayudar a la gente a mejorar su comprensión, porque la memoria es mucho más que la memorización y el Efecto Google nos permite liberar más espacio en nuestros cerebros para orientarlos más al procesamiento de información”, opina Tracy Alloway, de la Universidad de Stirling, en Escocia.

La imagen puede contener: árbol, computadora portátil, pantalla y exterior

Igualmente el impacto de internet en las sociedades no está libre de controversias. A la mirada optimista de Alloway (y de tantos más) se contrapone la de muchos otros que piensan que de la mano de internet se nos está escapando entre los dedos lo mucho o poco que nos queda de humanidad. Nicholas Carr es uno de los escritores que recientemente ha avivado las llamas del debate sobre los efectos de la red de redes en las personas, en su libro “Superficiales: qué está haciendo internet con nuestro cerebro”. En este trabajo, Carr postula y defiende que algunas características de internet, como el hipertexto o la multiplicidad de fuentes de información, hacen a la gente menos inteligente, ya que favorecen un modo de pensar superficial basado en la relación entre datos, en detrimento de una inteligencia basada en la introspección y el análisis profundo de una fuente única de información. En el otro extremo, aparece el biólogo y periodista español José Cervera, quien sostiene que “el mayor riesgo intelectual para el siglo XXI no proviene del pensamiento superficial y su facilidad para la conexión, sino del exceso de especialización de las distintas disciplinas de la ciencia y la cultura. En su cada vez mayor profundidad, las especialidades intelectuales pueden acabar aislándose en fosas incomunicadas y pobladas por monstruos intelectuales estériles. Internet y su superficialidad es justo la salvación que necesita una cultura aquejada de aislamiento y de la esterilidad que provoca. Los bajíos y su riqueza de cruce, hibridación y mezcolanza, son la metáfora perfecta para el intelecto necesario en el siglo XXI y sucesivos”.

http://inta.gob.ar/sites/default/files/script-tmp-libro_vida_digital.pdf

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