sábado, 31 de marzo de 2012

¿Se puede aprender a pensar y ser creativo?


Según la UNESCO nunca hubo más graduados universitarios que en la actualidad. Sin embargo los títulos parecieran valer cada vez menos. Antes tener un título era tener un trabajo, hoy se requieren maestrías donde antes una licenciatura. Estamos frente una "inflación académica".
Los sistemas de educación para muchos pensadores son inventos hechos por las necesidades de la industrialización. Normalizan y hacen moldes de pensamientos que estigmatizan a quienes piensan de manera diferente.
La siguiente es una historia verídica que nos desafía a desarrollar una mente que vaya más allá de la lógica común, requisito indispensable para el líder que actúa en tiempos de alta volatilidad.
Sir Ernest Rutherford, presidente de la Sociedad Real Británica y Premio Nobel de Química en 1928, contaba la siguiente anécdota:
"Hace algún tiempo, recibí la llamada de un colega. Estaba a punto de ponerle un cero a un estudiante por la respuesta que había dado en un problema de física, pese a que el estudiante afirmaba con rotundidad que su respuesta era absolutamente acertada. Profesores y estudiantes acordaron pedir arbitraje de alguien imparcial y fui elegido. Leí la pregunta del examen y decía:
"Demuestre cómo es posible determinar la altura de un edificio con la ayuda de un barómetro".
El estudiante había respondido: Lleve el barómetro a la azotea del edificio y átele una cuerda muy larga. Descuélguelo hasta la base del edificio, marque y mida. La longitud de la cuerda es igual a la longitud del edificio. La respuesta no confirmaba que el estudiante tuviera los
conocimientos en física que se exigían. Le concedí seis minutos para que me respondiera la misma pregunta pero con la advertencia de que en la respuesta debía demostrar sus conocimientos en física. Me contesto que tenía muchas respuestas al problema y su dificultad era elegir la mejor de todas. En el minuto que le quedaba escribió la siguiente respuesta: Agarrar el barómetro y tirarlo al suelo desde la azotea del edificio, calcular el tiempo de caída con un cronometro. Después se aplica la fórmula altura = velocidad promedio por tiempo. Y así obtenemos la altura del edificio. En este punto le pregunté a mi colega si el estudiante se podía retirar. Le dió la nota más alta.
Tras abandonar el despacho, me reencontré con el estudiante y le pedí que me contara sus otras respuestas a la pregunta. “Bueno”, respondió “hay muchas maneras, por ejemplo, agarrar el barómetro en un día soleado y medir la altura del barómetro y la longitud de su sombra. Si medimos a continuación la longitud de la sombra del edificio y aplicamos una simple proporción,
obtendremos también la altura del edificio”. “Perfecto”, le dije, “¿y de otra manera?” “Sí, puede atar el barómetro a una cuerda y moverlo como si fuera un péndulo. Si calculamos que cuando el barómetro esta a la altura de la azotea la gravedad es cero y si tenemos en cuenta la medida de la aceleración de la gravedad al descender el barómetro en trayectoria circular al
pasar por la perpendicular del edificio, de la diferencia de estos valores, y aplicando una sencilla fórmula trigonométrica, podríamos calcular, sin duda, la altura del edificio. En fin”, concluyó “existen muchas otras maneras, probablemente la mejor sea agarrar el barómetro y golpear con él la puerta de la casa del conserje. Cuando abra, decirle: señor conserje, aquí tengo un bonito barómetro. Si usted me dice la altura de este edificio, se lo regalo."
En este momento de la conversación le pregunte si no conocía la respuesta convencional al problema (la diferencia de presión marcada por un barómetroen dos lugares diferentes nos proporciona la diferencia de altura entre ambos lugares). Evidentemente dijo que la conocía pero que durante sus estudios sus profesores habían intentado enseñarle a pensar...
El estudiante se llamaba Niels Bohr, físico danés, premio Nobel de Física en 1922, más conocido por ser el primero en proponer el modelo de átomo con protones y neutrones y los electrones que lo rodeaban. Fue fundamentalmente un innovador de la teoría cuántica.
La próxima vez llevemos nuestras cabezas a alguna reunión, desafiémonos a pensar de manera diferente. Alguien dijo "Tu eres lo que tienes entre las dos orejas”.










(Texto adaptado. Basado en contenido web)

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